Se le ha llamado la enfermedad de las sociedades modernas o la enfermedad del siglo.
Estrés significa atar u oprimir… estrés es tensión, tensión generada cuando las demandas externas o internas superan nuestras capacidades; cuando esto sucede el cuerpo comienza a reaccionar, el sistema nervioso se activa y nuestras respuestas fisiológicas cambian: aumenta nuestra tensión muscular, comenzamos a sudar más de lo normal, la temperatura corporal cambia, el ritmo cardiaco aumenta y nuestra respiración se agita, afectando la cantidad de oxigeno que llega a nuestro cerebro y por ende, afectando nuestra capacidad de reacción y toma de decisiones.
A esas demandas internas o externas que inducen a respuestas físicas y psicológicas que desajustan el equilibro habitual y normal se le llaman estresores. Estos estresores varían de individuo a individuo, es decir, lo que estresa a una persona no necesariamente estresará a la otra, esto porque cada quien tiene herramientas únicas para enfrentar esas situaciones o demandas estresoras.
Se han catalogado ya varios tipos de estrés, como el infantil, escolar, laboral, sexual, familiar, urbano y socio-económico. También se han identificado ya los estresores que más impacto tienen en los individuos, independientemente de las herramientas que cada uno tenga para enfrentarlos, algunos de ellos son: Muerte del cónyuge, divorcio o separación de pareja, encarcelamiento o problemas legales, muerte de algún familiar cercano, desempleo, enfermedades o lesiones, dificultades sexuales, embarazo, cambio de casa, deudas.
Sin embargo hay estresores de la vida cotidiana que aparentemente no tendrían motivo para generar tensión ni malestar, pero sucede y generan estrés, y muchas veces son eventos pequeños los que detonan toda la tensión acumulada en uno mismo, estos pueden ser: problemas familiares relacionados con la responsabilidad, disciplina, educación, por tareas domésticas, por hábitos personales relacionados con higiene u orden, por amistades personales o de algún miembro de la familia, por alguna descortesía de algún desconocido en la calle, por el ruido urbano, etc. Cuando esto comienza a suceder, cuando pequeñas situaciones o eventos nos desajustan de nuestro equilibrio emocional, es señal de que hay demasiada tensión acumulada.
Existen muchos medios para reducir esa tensión acumulada, ese estrés que nos va desgastando día a día; el más común y conocido es algún tratamiento farmacológico, sin embargo es un tratamiento que solo cubre el síntoma más no va a la causa.
La psicoterapia es otro método por el cual podemos desentrañar los factores que están afectando nuestro equilibrio, es un proceso largo de dedicación y constancia pero efectivo.
El deporte también ayuda a liberar tensión acumulada y descargarla de manera positiva.
Sin embargo, el método más completo que he encontrado para lograr el equilibrio y reforzar las herramientas propias para afrontar todas esas situaciones y estresores diarios e inevitables, es la practica de Yoga.
Yoga involucra movimientos y posturas sistematizadas que influyen directamente en nuestra actividad cerebral, segregando sustancias que permiten un mejor funcionamiento psicofisiológico. Con las posturas o Asanas alineamos nuestro cuerpo de manera tal que las tensiones se van liberando y aprendemos a controlar nuestra respiración, que es la base fundamental de Yoga, aprendiendo a controlar la respiración controlamos nuestras respuestas fisiológicas, mejorándolas y evitando el desgaste que tenemos día a día al activarlas innecesariamente.
El estrés llega a transformarse en enfermedades crónicas como: ansiedad, depresión, neurosis, adicciones y enfermedades psicosomáticas, en resumen es una enfermedad degenerativa de mente y cuerpo.
En el próxima nota, les daré algunas técnicas de respiración que les ayudaran a reducir notablemente esos momentos de estrés y les darán mejores herramientas y un mayor discernimiento para afrontar las situaciones estresoras.
Escrito por:
Francisco Covarrubias Guerrero
Maestro de Yoga
Psicólogo Organizacional
Ced. Prof. 6364131